19 en el Aleph de Borges

"Una copita del seudo coñac - ordenó - y te zampuzarás en el sótano. Ya sabes, el decúbito dorsal es indispensable. También lo son la oscuridad, la inmovilidad, cierta acomodación ocular. Te acuestas en el piso de la baldosas y fijas los ojos en el decimonono escalón de la pertinente escalera. Me voy, bajo la trampa y te quedas solo. Algún roedor te mete miedo ¡fácil empresa! A los pocos minutos ves el Aleph. ¡El microcosmo de alquimistas y cabalistas, nuestro concreto amigo proverbial, el multum in parvo!

Repantiga en el suelo ese corpachón y cuenta diecinueve escalones.

¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca? Quizá los dioses no me negarían el hallazgo de una imagen equivalente, pero este informe quedaría contaminado de literatura, de falsedad. Cada cosa era infinitas cosas, porque yo claramente las veía desde todos los puntos del universo"


Artículo 19
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

* Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.



Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y la expansión denuncia la obra de sus manos.

Biblia, Libro 19 (Salmos), 19:1

miércoles, 2 de junio de 2010

carsetine

El caso es que nos despertamos así. Sabíamos que teníamos algo que ver el uno con el otro, porque compartíamos alma, y decidimos no separarnos. Sudados, llenos de pelusa, nos arrastrábamos por el terrazo. El terrazo disimula muy bien la mierda y está claro que eso no puede ser bueno. O sí. Es que lo que está claro u oscuro depende del daltonismo y de los bastones.
Bastones... nos hubieran ido muy bien unos bastones. A fin de cuentas, deslizarse es un poco como dejarse llevar sin esfuerzo por la vida, solo que de todas maneras te vas comiendo la mierda. Pero tampoco se le puede pedir más a un alma recién creada, aparecida en un par de conjuntos de hilo elástico tejido con forma de ¿pies?
Llegamos a nuestro primer final del mundo. No creáis que lo sabíamos. En realidad, uno se da cuenta de los finales del mundo demasiado tarde. Y eso es bueno, porque los finales del mundo son raros y cambian muchas cosas. Como este. Se convertía en vertical. Además, el suave deslizar del terrazo pasaba a ser una especie de rugoso conglomerado de yeso escupido cubierto con pintura plástica. Habíamos llegado seguramente al lugar más horripirmosísimo de la casa. Tenía sus noventa grados, dos veces. Lo que debía ser de color más bien uniforme se hallaba salpicado de motas de color grisáceo que alguna vez fueron aterciopeladas, e incluso habían estado vivas. Ahora yacían sobre el gotelé de la manera más molesta.
Lo bueno: un nuevo mundo que descubrir.
Lo malo: empezaba teniendo una pinta malísima.


2 comentarios:

elmudo dijo...

YES YES YEEEEEEEEEEEEEEES.!!!!! ¿es tuyo? qué lenguaje!!!!!!!! Me gustaaa..................

y

DAME MÁS DAME MÁS!!! (de la película 'Ahí van mi cabo y su rabo' del videoclub de abajo).

Cabrona, te lo callabas...

eρHedro dijo...

Es que la creatividad se viene y se va, jajaja.

Me apunto que te gusta, hombre.